Prólogo: El niño que brilla más que una estrella.
Hubo una época en que las razas del mundo no existían, y las tierras conocidas como Gaia eran habitadas por una especie que nunca tuvo comparación. Aquellos eran llamados los primigenios, seres ancestrales de quienes se desconoce su origen, aunque se dice que solamente prepararon el mundo para los que vinieron después, y que desaparecieron para dar paso a las siguientes generaciones. Al llegar ellos el tiempo comenzó a correr, era como si todo lo anterior nunca hubiera sucedido, y como si la historia estuviera preparada para comenzar con ellos, y que el pasado fuera olvidado.
Con el nacimiento de los que fueron conocidos como Titanes,
también aparecieron los espíritus, seres sin cuerpo físico que vagaban por el
mundo dotándolo de vida inteligente, y como si los hubieran moldeado de la
mismísima nada, ellos crearon a todas las razas. Los mortales estaban hechos de
un elemento mágico al que llamaron Éter, y fueron moldeados según las
indicaciones de los Titanes para que fueran similares a ellos. Fueron precisos
con las facultades de cada uno, y el lugar que les correspondía en ese amplio
mundo que hasta entonces se encontraba vacío.
Hubo después de la gran creación 2 tipos de seres vivos en
el mundo. Los animales, simples criaturas cuyo único objetivo era vivir y
reproducirse, mientras que había otros que estaban hechos para estar por encima
de ellos. Los Titanes eran los grandes arquitectos de los cimientos del mundo,
cada cosa que puede verse a simple vista fue diseñada por ellos, incluso seres
como los animales tienen su propósito especifico, aunque al igual que los seres
pensantes, carecían de algo muy importante, y era la capacidad de evolucionar
como especie, quedándose de esa forma estancados durante miles de años.
Aquellas especies eran diferentes y parecidas entre sí, cada
uno de ellos con una particularidad que los hacia únicos ante las otras razas,
y que les brindaron un lugar en el mundo, para que en unidad pudieran volverlo
maravilloso. En conjunto todas las razas podían crear algo que los animales no,
y eso era una sociedad, aunque esta nunca pasó de ser solo una agrupación de
individuos, que estaban juntos para no morir de hambre y frio. Carecían de
liderazgo, y de otro objetivo que no fuera sobrevivir.
Podían crear herramientas, pero estas no iban más lejos de
simples palos afilados, para apuñalar a cualquier bestia que quisiera
devorarlos, o crear tiendas que trataban de imitar la protección que les daba
una cueva. No eran una civilización, tan solo un puñado de desconocidos que se
unieron entre si para sobrevivir. Los elfos, enanos, personas animales, los
Hobbits y los humanos eran los que más abundaban, pero también había otros que
aunque menores en número, aún poseían el poder suficiente para rivalizar con
los demás, siendo estas las razas que nunca necesitaron ningún arma para
sobrevivir.
Los gigantes, los hombres dragón, los demonios, y los hijos
del crepúsculo, todas estas eran razas que al igual que las demás fueron
creadas para servir a los titanes, sin saber que ser sirvientes de estos, seria
el más trágico de los destinos, porque hubo otros que nacieron por sí mismos,
que fueron creados pero esta vez los espíritus no tuvieron nada que ver con
ello. Al igual que antes habían surgido los primigenios, los Titanes y
espíritus, ahora lo hacía otros que fueron llamados dioses.
Se dice que fue el mismo mundo quien los creó, para que
dotaran de conocimiento y habilidades únicas a las razas del mundo. Los dioses
tenían una característica que en principio los diferenció de los demás seres
inmortales, y esto era la capacidad de otorgar la bendición. Aquello era un
fragmento de alma divina que solo unos pocos podían recibir, dentro de esta
estaba guardado un poder especial que podía ser enseñado a los demás, pero
nunca copiado o igualado, y de esa forma los bendecidos hicieron que las razas
dejaran de comportarse como animales, y se volvieran los dueños del mundo.
Los dioses de la forja les enseñaron a crear herramientas de
hierro y a usar el fuego, los dioses de la sabiduría les mostraron la escritura
y otras formas de expresión, como la pintura y la escultura. Los dioses de la
guerra en aquella época eran conocidos como los dioses de la cacería, quienes
enseñaron este arte a los mortales para defenderse, y convertir en alimento a
sus presas. Hubo otros que simplemente eran las diosas del hogar, quienes
volvieron más acogedoras las vidas de los mortales, y así hubiera seguido, si
no fuera por los celos que eso provocó en los que reinaban antes.
Los Titanes presenciaron como sus creaciones los dejaban a
un lado para ir detrás de los dioses, vieron a estos ser alabados, tratados
como ellos nunca lo habían sido. Monumentos se alzaban para ellos mientras que
los Titanes lentamente se quedaban en el olvido, o eran confundidos con los
dioses. Lo primero que pensaron era el crear nuevos sirvientes, buscando a los
espíritus que se habían ido a vivir a un lugar alejado, un bosque rodeado de
montañas que llamaban la Hiperbórea.
Aquel lugar era pacifico y la vista maravillosa, un
verdadero paraíso que los espíritus habían creado para habitarlo luego que
completaran su labor. Al ver llegar a los Titanes estaban un poco confundidos,
y entre estos estaba un joven titan al que llamaban Cronos, siendo este un
desconocido para los espíritus, pero al presentarse como hijo de Uranos
consiguió ser escuchado – esa es nuestra petición, una nueva raza sin voluntad
o ambición, que solo nos obedezca a nosotros – los espíritus escucharon cada
palabra, pero al contrario de la respuesta que esperaba recibir, estos se
negaron.
— Lo sentimos, pero eso es imposible, todo tiene un limite,
y la esencia creadora de vida ya se ha terminado, no existe más Éter en este
mundo – aquello dejó confundidos a todos los Titanes que habían ido a ese lugar
– no existe tal cosa como el poder ilimitado, y el Éter que nos dio vida a
nosotros, ustedes y los dioses se ha consumido por completo, no hay manera de
obtener más, a menos que vayas a sacrificar tu propia alma, no tenemos el
material esencial para moldear nuevos seres vivos.
Eso había sido un duro golpe de realidad, pero no se
detendrían hasta hacer cumplir su objetivo, y ya que se necesitaba un alma
divina para crear Éter, que mejor que los dioses para proporcionarlas. Cronos
estaba dispuesto a matar a cuantos fueran necesarios, pero antes de realizar
cualquier movimiento fue detenido por su padre, y el considerado rey de los
Titanes – no cometas una locura, no inicies una guerra solo porque se te antojó
matar – eso molestó a Cronos, pero no pudo decir nada.
— Es solo un mocoso, quizás este berrinche pronto se le pase
– Uranos trató de justificar a su hijo y su forma de pensar, pero quien estaba
a su lado tenía una idea distinta.
— No, tu hijo es muy consciente de su decisión, esta segado
por su orgullo. Mantenlo callado, no quiero que se precipite y cometa una
locura – aquel era Hiperión, el rey de los Titanes, quien desde la aparición de
los dioses, se veía atrapado entre cientos de decisiones que podían llevar al
genocidio – preferiría no tener que librar una guerra, pero estoy seguro que
hay muchos que si, y no creo poder detenerlo.
No solo Cronos deseaba la guerra, la gran mayoría de los
Titanes despreciaban a los dioses, y aunque por algún tiempo todo estuvo en
calma, el desastre era inevitable. No fue necesario que Cronos difundiera la
noticia de los sacrificios de los dioses para comenzar con la creación otra
vez, sino que con el nuevo paso que dio la humanidad se sintieron opacados.
Vieron colosales ciudades ser alzadas, palacios que casi llegaban hasta el
cielo, mientras ellos seguían viviendo en cabañas como si fueran mendigos, algo
que terminó de pisotear su orgullo.
Estaban perdiendo a su creación y su identidad, pasando de
ser la gloriosa raza de los Titanes, a ser solo los otros dioses. El mundo que
fue hecho por ellos ya no existía, y ahora solo quedaba el que los dioses
estaban moldeando, pero si los confundían con dioses, entonces ellos también se
convertirían en dioses, y fue con ese pensamiento que las piezas comenzaron a
moverse en el tablero, en un juego para recuperar el puesto más alto de esa
jerarquía, y el primer paso era conseguir eso que les hacía falta, y no hubo
otro método más que influenciar los bajos instintos.
Al igual que las demás razas, dioses y Titanes eran capaces
de tener descendencia, y en búsqueda de procrear niños que pudieran serles
útiles en el futuro, los Titanes comenzaron a seducir a las demás especies para
aumentar sus números, y en secreto también estaban buscando aliados,
proponiendo ofertas que no podían ser rechazada, siendo de esa forma que los
gigantes, hombres dragón y demonios se unieron a ellos, aunque otro fue el
resultado que obtuvieron con los hijos del crepúsculo.
Estos se opusieron a servirles, yendo en contra de ellos y
de esa forma la primera guerra fue librada, está en contra de inocentes que simplemente
se negaron a someterse. Los hijos del crepúsculo se vieron superados, y su
castigo por ir en contra de la voluntad de los seres divinos que los crearon,
fue ser exiliados en un lugar de penumbra perpetua, en donde la luz del sol
apenas es visible, donde el viento es gélido, la comida escasea, y los
monstruos existe, una prisión hecha a medida para ellos.
Aquel suceso dio origen a un nuevo tipo de dios, a los
conocidos como los dioses de la guerra, pero también fue el inicio del cambio
de una de las razas, ya que antes los demonios no eran como se ven en la
actualidad, eran como los elfos, o como los hijos que tuvieron con estos. La
unión de ambas razas dio origen a los elfos oscuros, quienes después rechazaron
esa parte de su sangre, pero solo porque desconocían la verdad, y esa era que
los demonios se habían dado cuenta de lo ingenuos que fueron al desterrar a los
que antes eran sus hermanos, y su arrepentimiento los condujo a una nueva
batalla.
Se revelaron contra los Titanes para evitar que estos los
siguieran usando, pero todos sus esfuerzos resultaron inútiles. Sus mentes
fueron destrozadas, los demonios se volvieron en bestias salvajes que solo
viven para matar. Sus creadores los habían hecho con un defecto que fue
aprovechado, y ese era su trasformación demoníaca, una especie de evolución que
los volvía más fuertes pero que limitaba la razón de estos. Aquella
trasformación solo debía ser usada si estaban en peligro, pero ahora fue usada
para señalarlos como el enemigo, como monstruos que debían ser erradicados.
Los Titanes los hicieron enloquecer, cosa fácil al ser ellos
quienes los había creado de esa forma. Los obligaron atacar poblados humanos,
enanos y élficos, haciendo que de esta forma comenzaran a ser cazados casi
hasta el exterminio, siendo solo unos pocos lo que consiguieron salvarse al
ocultarse en lo profundo de los bosques, o en cuevas como si fueran animales,
donde su locura solo fue creciendo más y más, hasta el punto en que nunca
volvieron a ser como antes, y la palabra demonio tuvo un nuevo significado, uno
que solo era el sinónimo de destrucción y la muerte.
Luego de aquello, los planes para recuperar su antigua
posición parecían estarse cayendo a pedazos, pero aún les quedaba un último
recurso, y este no era otro que la bendición. Al principio pensaron que se
trataba de una broma, pero no lo era, fue algo que ninguno podía creer, ya que
descubrieron que hubo una titanide que se había enamorado de un dios, y tuvo
una hija con este. Al enterrarse de aquello algunos más probaron suerte, aunque
fueron las mujeres la que obtuvieron los mejores resultados al descubrir lo
lujuriosos que eran algunos dioses, aprovechando aquello para procrear nuevos
seres divinos, mitad dios y mitad titan, quienes tenían un poder incluso mayor
al de ellos.
Pensaron en usarlos como arma, pero aún buscaban obtener la
bendición, y aunque les resultaba asqueroso tener que acostarse con dioses,
tuvieron que tolerarlo, y por mucho tiempo los Titanes trataron de hacer que
sus descendientes con los dioses heredaran esta habilidad pero no lo
consiguieron, fue muy diferente a lo que sucedió con los hijos de los elfos y
Titanes, quienes fueron nombrados como los altos elfos, o también como la
nobleza élfica, quienes si consiguieron heredar la capacidad de poseer magia
desde su naciendo, y una vida más larga que los demás elfos.
Ya sin más opciones decidieron adelantar sus planes, y
evitar que otro contratiempo como lo sucedido con los hijos del crepúsculo y
los demonios se repitiera, pero algo los hizo retrasarlo algunos años, y ese
fue el asesinato del primer dios. Era la primera vez que un inmortal perdía la
vida, algo contradictorio considerando lo que significa ser inmortal, pero eso
les hizo descubrir la manera de obtener lo que antes les hacía falta, y eso era
lo que ocultaba el alma de los dioses.
Eran inmortales ya que el paso del tiempo no los afectaba,
sus cuerpos no eran reales, solo era una cubierta para ocultar sus almas,
siendo ellos más parecidos a los espíritus de lo que creían. Los dioses y
Titanes eran incapaces de morir por completo, ya que una vez sus cuerpos
mortales fueran destruidos, sus almas simplemente renacerán algunos siglos
después con todos sus recuerdos intactos, o al menos eso debía de pasar, ya que
la bendición estaba ligada a los recuerdos del alma, y los Titanes la
arrancaron con sus propias manos, consiguiendo así lo que tanto buscaban.
Uno a uno varios dioses fueron desapareciendo, sus almas
eran limpiadas luego que la bendición y sus memorias les fueran arrebatadas,
haciendo que esas almas olvidaran quienes eran, y una vez que renacieran serian
seres diferentes, nuevos dioses creados a partir de los anteriores, sin
recuerdos que en el futuro podrían ser usados como sirvientes al desconocer sus
verdaderas identidades. Ya con la bendición en posesión de ellos, estas fueron
fragmentadas y reescritas para ser compatibles con el alma de los Titanes, y el
siguiente paso fue preparar a los ejércitos para la guerra que se aproximaba.
Durante varios años las piezas fueron aumentando, una nueva
bendición fue creada, una que no solo les permitía aprender, sino también
fortalecerse y estar un poco más cerca de la verdadera divinidad. Los Titanes
ofrecieron una vida larga y poder a todos aquellos que lucharan junto a ellos,
algo que no era mentira ya que la bendición podía hacer eso. Mientras más
lucharan, la bendición más se aferraría a ellos, devoraría los restos de vida
que sus enemigos dejaban en su último aliento, siendo esto el combustible que
haría que la llama de la bendición, lentamente los volviera en algo parecido a
dioses.
Algunos de los residuos de las almas de los dioses fueron
usadas para crear Éter, algunos espíritus fueron llamados en secreto, unos
pocos que eran de confianza para los Titanes, creando una nueva raza más
poderosa que cualquier otra de las especies mortales, pero no lo suficiente
para oponerse a los Titanes, siendo estos guerreros con cualidades especiales
nombrados "héroes" un título que los dioses le habían otorgado a los
semidioses, hijos suyos con los mortales, quienes tenían capacidades que
opacaba a los demás, y que los Titanes usaron para burlarse, alegando que no se
comparaban a sus sirvientes, quienes tenían el poder de arrasar con ejércitos
enteros por si solos.
Al enterarse de eso los dioses pudieron intuir lo que estaba
pasando, ellos también habían reunido un ejército en secreto pero no sabían si
en verdad los Titanes los atacarían o cuando, pero fue cuando un traidor les
contó todo, que las sospechas dejaron de serlo, y el día en que los Titanes
atacaron, los dioses estaban preparados, y las más sangrienta de las batallas
dio inicio, una que tan solo dejó a la décima parte de todos los seres vivos,
que dejó la tierra marchita y cubierta de sangre, los bosques se volvieron
cenizas, y razas como los gigantes y hombres dragón se extinguieron, o al menos
eso se cuenta.
Todo aquello fue conocido como la Titanomaquia, un suceso
que fue escrito por uno de los tantos dioses que la vivieron, siendo las
crónicas que recordarían a los que estaban por venir, lo que sucedería si es
que los Titanes regresaban, porque en las últimas páginas se describe lo que
sucedió con ellos, lo que paso luego que fueran derrotados, y esto fue la
creación de una prisión a la medida en lo alto del cielo, desde donde podrían
observar cómo el mundo volvía a la vida sin ellos, y de donde jamás podían
escapar, ya que los muros y puertas de aquellas prisión estaban hecho con el
poder de los dioses.
La reconstrucción del mundo llevó miles de años, antes
tomaría unas pocas semanas hacerlo, pero los dioses habían dejado de ser seres
divinos. Todo su poder fue imbuido en la prisión que mantiene cautivo a sus
enemigos, dejando de ellos solo una vida extremadamente larga en comparación
con otros seres, y la capacidad de otorgar la bendición, pero en todo lo demás,
no eran diferentes a los humanos, incluso algunos vieron como sus cuerpos se
marchitaban envejeciendo, y que estos se habían vuelto reales.
Los cuerpos de los dioses eran falsos, tan solo una cubierta
para el alma, pero una vez que con su poder divino fue creada la prisión del
cielo, aquellos cuerpos atraparon por completo la esencia divina, impidiendo
que el alma reencarnara una vez murieran, lo que implicaba que ellos eran los
últimos dioses y después de estos no habría más, ya que incluso si llegaban a
tener hijos, estos no serían seres divinos, tan solo mortales que serían muy
superiores a los demás
Nuevos dioses renacieron mucho tiempo después, pero al igual
que los demás, estos eran débiles. Cuando la bendición fue arrancada de sus
almas, perdieron gran parte de su esencia, lo que los volvió igual a los demás
dioses, solo que estos no tenían ni un solo recuerdo de la guerra contra los
Titanes, lo que hizo que nacieran en una época distinta, lo que los volvió
ingenuos ante la desgracia, ya que lo único que quedaba de aquella tragedia
fueron escritos, cuentos y leyendas.
Los nuevos dioses nacieron siendo infantiles y arrogantes,
despreciables en comparación a los pocos que habían quedado luego de la
Titanomaquia, y ese fue el primer paso en falso de la nueva era, ya que se
veneraba a dioses equivocados, dioses egocéntricos y viciosos quienes estaban
guiando a la humanidad a un destino trágico, y también porque no todos los
Titanes fueron aprisionados, pero al estar tan heridos cayeron en un largo
sueño que duró 3 milenios. Estaban libres en el mundo, y una vez que
despertaron comenzaron a preparar todo para cuando la segunda guerra divina
comenzará, y se aprovecharían para volver sus juguetes a esos idiotas que
llaman, la nueva generación de dioses.
Vieron como los nuevos dioses eran idiotas, desperdicio de
espacio si se comparaban con los que estaban antes que ellos, y esa debilidad
sería el arma que jugaría en su contra, pero antes de acabar con los dioses
para siempre, debían encontrar a ese que los había traicionado, tan solo porque
se había enamorado, comenzando de esa forma la cacería de ese que antes era uno
de los grandes lideres de los Titanes, el que estaba por sobre todos los demás,
y su nombre era Hiperión.
Durante siglos lo buscaron mientras al mismo tiempo reunían
aliados, pero jamás lo encontraron. Hasta el último rincón del mundo había sido
registrado, pero no había rastro de él o de quien ahora era su mujer, siendo la
diosa de la luna aquella que lo sometió con su belleza. Selene, la mujer a la
que todos los Titanes querían ver humillada y revolcándose en el suelo. Sabían
sobre su belleza, sobre lo cautivadora que era su figura, y muchos ansiaban
poder devorarla antes de acabar con su vida.
Hiperión nunca supo si sentirse arrepentido por lo que hizo,
sabía que se equivocaban al querer declararle la guerra a los dioses, pero fue
el deseo de compartir su eternidad con Selene lo que hizo que se decidiera,
pero esa elección fue estar del lado de nadie. Su dolor le impidió tomar parte
en esa batalla contra sus hermanos, por lo cual junto a su mujer se ocultaron,
todo para no ser obligados a estar en un bando u otro. Cubrieron sus oídos para
no escuchar la masacre que se estaba llevando a cabo en cada rincón del mundo,
mientras en silencio lloraban por haberles dado la espalda a todos.
Cuando toda aquella locura finalizó decidieron comenzar de
nuevo, fingir ser alguien más, renunciando a su divinidad, y cambiando sus
nombres, pasando Hiperión a ser conocido como Helios, y Selene como Metería,
iniciando su nueva vida ayudando a tantos como pudieran, trabajando
incansablemente como un mortal cualquiera, usando sus manos para cultivar, para
reparar los hogares que habían sido destruidos, y así siguieron durante mucho
tiempo, recorriendo el mundo, y escapando sin saberlo de quienes los querían
muertos, porque nunca se enteraron, que aún había Titanes en Gaia.
Al finalizar la Titanomaquia, los puestos como regentes del
Sol y la Luna quedaron disponibles, entre todos los dioses que quedaban, y los
que llegaron después se buscó a quien pudiera tomar ese lugar, y una carta que
llegó hasta manos de los reyes de los dioses les hizo decidirse. Hera los
convocó a todos y junto a su esposo Zeus pronunciaron los nombres de quienes
tomarían ese puesto – a partir de ahora, el dios del Sol será Apolo – este se
sorprendió ante eso, ya que era un renacido. .
En su anterior vida era dios que no poseía un título, y
ahora a ese desconocido le entregaban uno, que lo posicionaba por sobre la
mayoría de los dioses, y no solo él, ya que la otra que fue seleccionada
también era una renacida, una mujer a la que amaba como si fuera su hermana
mayor – la diosa de la Luna, será Artemisa – fueron las palabras de Hera,
haciendo que esta se levantara y ambos caminaran hasta estar frente a sus
reyes, y recibir los arcos que les otorgarían el poder para regir sobre ambas
estrellas.
La estrella que ilumina el día, y la que custodia la noche,
ahora tenían nombre y rostro de nuevo – Apolo y Artemisa, esta tarea es la más
importante entre todas, y ahora les pertenece, son libres de rechazarlo si lo
desean – ambos se quedaron callados por algunos segundos, se vieron entre ellos
sin saber que debían responder, y aún dudando – acepto – fue lo que sus labios
pronunciaron al mismo tiempo, dejando a muchos de los presentes enfurecidos –
si alguno tiene una objeción en contra de nuestra decisión, puede decirlo – fue
lo que dijo Hera haciendo que la mayoría apartara la mirada y apretara los
dientes.
Había demasiados que anhelaban ese puesto, uno que los haría
estar en la cúspide, pero ante la autoridad de sus reyes nada podían hacer – si
nadie tiene algo que decir, entonces desde este momento, nombro Apolo y
Artemisa, como el sol y la luna, ustedes serán el rostro en el mundo de la luz,
cumplan bien con su deber – fueron las palabras de Zeus, las que resonaron por
todo el lugar. No se sentían dignos de tal honor, pero al ser elegidos sabían
que había una razón, y ellos la descubrirían, mientras en ese mismo instante
escucharon a Hera decirles en un susurro – a partir de ahora yo seré su madre,
háganme sentir orgullosa – fueron palabras que los hicieron llorar de
felicidad.
Desde que la Titanomaquia comenzó e Hiperión abandonó su
puesto, la luz del sol se había vuelto tenue, opaca y casi inexistente, provocando
que lentamente el mundo se fuera congelando, que las noches fueran gélidas,
pero una vez que Apolo aceptó ser el dios del Sol, este recuperó la
majestuosidad que tuvo hace ya mucho tiempo. Mientras eso sucedía, al otro lado
del mundo en un cielo nocturno, miles vieron con lágrimas en sus ojos, como la
estrella pálida de la noche volvía a iluminarlos como no lo había hecho en
tanto tiempo, la luna se alzaba una vez más en el firmamento.
Aquel fue tan solo el inicio de todo, la calma antes de una
tormenta incluso más grande que la anterior, una que solo unos pocos sabían que
se estaba aproximando, pero quienes creían que solo era producto de sus
temores, una pesadilla que se repetía de manera incesante, y que los estaba
llevando a la locura, pero todo aquello era verdadero, y esos pocos que por un
instante vieron un lejano futuro lleno de muerte, estaban en lo correcto, había
Titanes sueltos en el mundo, y querían verlos muertos.
Nuevas leyendas fueron contadas a partir de ese momento,
mitos que inspiraron a muchos, historias heroicas que simplemente estaba
preparando a unos cuantos para una posible tragedia, ya que incluso sin la
intervención de los Titanes, el mundo estaba a punto de entrar una época de
batallas incesantes, porque los demonios habían salido de sus escondites, los
monstruos plagaba cada región, y los hijos del crepúsculo querían reclamar el
mundo del que habían sido exiliados, dando inicio a una guerra de
supervivencia, contra un enemigo con el que no se podía razonar.
Los residuos de las antiguas
batallas estaban dando sus frutos, unos amargos y putrefactos que estaban
infectando el mundo entero, y para controlarlo los dioses decidieron formar
algo que con el tiempo fue conocido como familia, y ese fue el origen de los
aventureros, los que a partir de ese momento debían poner orden en una tierra
devastada, o al menos eso se creía, porque ocultos entre ellos, había locos y
bastardos, que únicamente quieren ver arder el mundo, hasta que no queden ni
cenizas.
Toda puerta debe tener una llave, y las puertas de la
prisión del cielo no era la excepción. Una vez que la prisión fue creada, una
gota de luz dorada descendió y llegó hasta las manos de Zeus, quien al ver
aquello se dio cuenta que eran los residuos de la divinidad de muchos, y el único
objeto que sería capaz de liberar a los Titanes de su eterno encierro. Se vio
en la necesidad de ocultarlo, pero solo ponerlo debajo de la cama no sería
suficiente, ni siquiera enterrarla o arrojarla en las profundidades del mar.
Hera vio el dilema en que estaba su esposo, por lo cual fue
ella quien aceptó resguardar la llave, aunque ella tampoco estaba muy segura
sobre lo que debía hacer. Durante la reunión donde Apolo y Artemisa fueron
nombrados como dioses del sol y la luna, Hera recordó la carta que había
recibido, en esta estaba escrito claramente que ellos debían ser escogidos y
nadie más, y junto a esta carta estaba una pequeña caja de madera, dentro de la
cual estaban un par de gotas de luz.
Una de ellas era dorada, mientras que la otra tenía un color
blanco puro, eran las divinidades de Hiperión y Selene, y estas tenían
instrucciones sobre qué hacer con ellas. Hera de inmediato llamó a los
espíritus que aún quedaban con vida luego de la guerra, y a su hija Hefestos,
les ordenó que crearan con esas gotas de luz un par de arcos, haciendo que con
ellos, cualquier dios o mortal que fuera digno de tomarlo entre sus manos, se
convirtiera en el sol y la luna, y estos fueron entregados Apolo y Artemisa.
Con ese recuerdo en su mente, Hera volvió a llamar a los
espíritus, pero esta vez no a Hefestos –
quiero que creen vida con esta gota de luz – fue lo que Hera les pidió, algo en
que los espíritus eran especialistas, pero había un problema – podemos hacer lo
que nos pide diosa Hera, pero ya nunca más podremos hacer algo igual, luego de
la guerra nos debilitamos demasiado, nuestras almas necesitan un cuerpo mortal
o nos extinguiremos como el fuego de una vela –
los 5 grandes espíritus le advirtieron que ellos perderían su forma
espiritual si lo hacían, y escuchar eso hizo dudar a Hera. .
Los espíritus eran almas sin forma, y el esfuerzo que habían
hecho hasta entonces estaba por consumirlos, necesitando de un cuerpo físico
para contener sus almas y no desaparecer – haremos lo que nos pida, no nos
importa tener una vida mortal, incluso estaríamos felices de recibir la dicha
de poder crear una verdadera familia junto a nuestros niños – escuchar eso la
hizo llorar, hizo que la actual mujer más fuerte en la existencia derramara más
lagrimas que nunca, y dio la orden para que esa gota de luz cobrara vida, y que
la llave de la prisión de los cielos desapareciera para siempre.
Aquel día los espíritus cobraron forma humana, y por vez
primera desde que existen, por fin se sienten vivos, estando entre ellos una
mujer que llamó la atención de Hera más que ninguna otra – eres hermosa
espíritu del viento – le dijo a la amiga que siempre la había acompañado
durante toda la Titanomaquia, el espíritu a quien podía confiarle sus secretos
– Aria, ese será tu nombre a partir de ahora, y quiero que seas parte de mi
familia – aquella mujer de cabellos y ojos dorados le sonrió, y al igual que la
diosa delante suyo, lágrimas de felicidad brotaron sin control.
Se lanzó abrazarla y Hera no la rechazó, y solo por un
momento dejó de prestarle atención y se fijó en la otra mujer que estaba ahí,
siendo ella el espíritu que comandaba a muchos de los bendecidos, el espíritu
de la luz, una mujer que se había ganado el respeto y la gratitud de la reina
de los dioses – ven aquí Alfia, tú también serás parte de mi familia – ella
estaba confundida desde el momento en que vio su cuerpo, y aún más por la repentina
proposición, pero no dudo ni un segundo, y aquella belleza de cabellos que
parecían hilos de plata, abrazó a quien a partir de ese momento llamó madre.
Aquella conmovedora escena fue vista por los últimos 3
espíritus, todos ellos hombres que queria acercarse para abrazarlas, pero lo
único que recibieron fue una bofetada por parte de la diosa – alejense de
nosotras desvergonzados – les dijo muy molesta, y luego les señalo que estaban desnudos al
igual que Alfia y Aria, estos estaban algo confundidos ya que no sabían el
concepto de vergüenza en ese sentido, nunca habían usado ropa, por lo cual les
parecía normal estar así.
Hera les pidió que se fueran de manera violenta, y estos muy
indignados se fueron conteniendo las ganas de llorar, pero en acto bromista le
dijeron – muy bien, si nos quieren nos iremos con Zeus, y crearemos nuestra
propia familia con juegos de azar y mujerzuelas – algo que las enfureció a las
3, ya que era una de las palabras que más odiaban, provocando que fueran
arrojados por la ventana, junto con un confundido Zeus que solo estaba pasando
por casualidad – ¡¿Y yo que hice?! – se preguntó antes de estrellarse contra el
suelo – es por lo que pensabas hacer.
Hera las llevó a otra habitación para que se pusieran algo,
pero antes de salir de esa recordó algo, se acercó a una mujer que estaba
dormida en el suelo, y pudo ver a una joven mujer elfo de cabellos verdes quien
estaba despertando. Sus ojos parecían esmeraldas, y su belleza podía ser
comparada con la de cualquier diosa – así que esta es la llave de la prisión –
pensó mientras se acercaba para ayudarla a ponerse en pie y luego a sentarse –
fue un éxito, ahora no habrá manera de que logren liberarse.
Alfia y Aria vieron a esa joven mujer elfo, y por alguna
extraña razón sentían una agradable calidez en el pecho al verla, como si
sintieran lo mismo que una madre al ver a su pequeña por primera vez – esa
sensación, no es para nada desagradable – fue el pensamiento de ambas, aunque
cierto gesto en el rostro de Hera las hizo sentir un poco preocupadas – ¿Qué
sucede diosa Hera? – le preguntó Aria pero Hera no le respondió de inmediato,
provocando una mayor inquietud en ambas. Aquella chica también estaba algo
confundida por la forma en que era observada.
— Aun puedo sentir la esencia divina de esa
gota de luz dentro de su cuerpo – las palabras de la diosa las hicieron
sentirse abrumadas – todavía exista una forma de abrir las puertas de la
prisión del cielo, pero aun así – Hera mostró una sonrisa antes de decir – eso
no será para siempre, algún día esta jovencita tendrá hijos, y lentamente esa
esencia se ira disolviendo.
En ese momento ambas mujeres entendieron las
razones para que Hera les pidiera volverla una mortal, aquello impediría que
cualquiera que quisiera liberar a los Titanes pudiera hacerlo, ya que nadie
pensaría que un elfo pueda ser usado para abrir una prisión – incluso si esa
esencia no desaparece por completo, no les servirá de nada tan solo un
fragmento, aunque también puede que… - Hera se mostró un poco melancólica
mientras acariciaba el cabello y luego la mejilla de aquella joven elfo, a
quien parecía agradarle el contacto de su piel con la mano de la diosa – puede
que ella no tenga descendencia, y de esa forma la llave se perderá para
siempre.
Entendieron lo que quiso decir, por eso
decidieron desde ese momento, que serían ellas quienes le brindarían todo el
amor que pudieran, a esa chica que acababa de llegar a ese mundo tan devastado.
Hera se sintió feliz de haber tomado esa decisión, y el ver a esas 3 mujeres
que ahora eran para de su familia la llenaban de la vida que casi pierde
durante la guerra, pero también le hicieron recordar demasiado. Pudo ver en sus
memorias como su hija Hefestos perdió un ojo en la batalla, como muchos dioses
eran asesinados, vio los cuerpos de Hades y Poseidón, vio a su hija Athenea
muerta.
Todos aquellos recuerdos le dolían demasiado,
pero estaba segura que Athenea se molestaría si se doblegaba de esa forma, y se
quedaba atada al pasado, Hera respiró profundo, no vio a esas mujeres como el
reemplazo de su hija, sino como niñas, que necesitaban de su amor. Hera estuvo al lado de ellas y ellas al lado de
esa joven elfo, la cuidaron como si fueran sus madres, hasta el momento en que
esta sintió su corazón latir con fuerza por alguien más. Alfia y Aria no
querían que su pequeña Idril se juntara con cualquiera, por lo que la
distanciaron de Zeus o cualquier idiota similar a él, a veces parecían que la
estaban obligando a enamorarse, y cuando lo comprendieron la dejaron seguir
sola.
Idril se convirtió en mujer, aquella que ni siquiera había
nacido, ahora creaba vida, ya que en su vientre estaba el fruto de su amor con
el hombre que había elegido, uno admirado por mucho, un héroe que había
arriesgado su vida por tantos, ahora la dedicaba entera para hacer sonreír a
quien se convirtió en su esposa, y desde entonces ambos espíritus vieron como
aquellos niños crecieron, pero también cuando se fueron para siempre, creando
en ellas un amargo recuerdo, y las hizo odiar su eternidad.
— Disculpe, señorita ¿Se encuentra bien? –
fueron palabras que estaban dirigidas
hacia Aria, quien vio a un joven de cabellos negros delante suyo,
ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse – ¿Se encuentra bien? – le
repitió al no recibir respuesta.
— Si, ahora estoy bien – fue lo que dijo al
momento en que sus manos se juntaron, y cuando sintió que su corazón se
aceleraba, e incluso si no pudo verlo, se dio cuenta que sus ojos brillaban, al
haber encontrado a ese alguien que sin saberlo, estaba buscando.
Haber renacido en un cuerpo mortal la debilito
mucho, por lo cual no pudo usar sus poderes durante demasiado tiempo, pero
cuidar de Idril la hizo mantenerse despierta, pero luego de su muerte, cayó en
un largo sueño que duró más de un milenio. Durante todo ese tiempo el mundo fue
cambiando, y al despertar solo supo que los descendientes de su pequeña ahora
eran numerosos, y todavía la recordaban a ella y Alfia como las madres de su
ancestro, algo que la llenó de felicidad, pero sentía que faltaba algo, y eso
era tener a sus propios hijos, algo que comenzó como un capricho, y luego fue
un ferviente deseo.
Compartir su vida con alguien, amar y ser
amada más que solo por Hera, a quien llegó a ver como su madre, y luego de
mucho tiempo de buscar, ahora delante suyo estaba su deseo hecho realidad.
Aquel joven tan solo estaba siendo amable con ella, pero al ver su hermoso
rostro no pudo evitar ser cautivado, y desde entonces surgió del deseo de estar
junto a ella y desde la lejanía Alfia vio como su hermana estaba junto a un
hombre al que llamaban héroe, un chico amable, valiente, quien estaba dispuesto
hasta a dar su vida para salvar a otros, pero aún con eso Alfia no sabía cómo
sentirse al respecto.
Los observó durante mucho tiempo, vio como
aquel sujeto al que todos llamaban Albert, no perdía oportunidad de acercarse a
Aria, no perdía
oportunidad para hacerla sonreír, hacerla feliz, hasta que su sueño de enamorar
se cumplió, y ahora camina junto a la mujer de se volvió su esposa y su hija –
parece que al fin tienes tu propia familia – dijo con una sonrisa mientras Hera
pensaba lo mismo – y bien ¿Cuándo me darás nietos tu Alfia? – le preguntó
haciendo que se sonrojara un poco, apartara la mirada y que se negara a
responder la pregunta.
— Prefiero no hacerlo si resultan igual al tarado de Ares –
aquella respuesta hizo reír a la diosa – aunque si le diré que antes Albert me
parecía el típico sujeto que hace estupideces peligrosas para llamar la
atención, ahora creo que si merece ser llamado héroe, y quizás si existe alguien
similar, me atrevería a formar una familia – Alfia sonrió – no lo mal entienda,
no estoy enamorada de Albert – dijo de forma apresurada haciendo reír de nuevo
a Hera.
Hera sabía que Ares estaba enamorado de Alfia, pero su
comportamiento siempre los mantuvo distantes, además que Alfia prefirió estar
en compañía de Hefestos a quien también miraba como una hermana, pero aunque
dijera que no queria tener hijo, podía notarse que estaba algo celosa de Aria,
pero lo que buscaba no era alguien como Albert, casi parecía que ni siquiera
sabia que necesitaba su corazón, así que para levantarle un poco los ánimos, la
llevó a comer a su restaurante favorito, pero no esperaba encontrarse con
cierta persona en el camino.
— Qué gusto verla mi señora Hera, y a ti también
querida – delante de ellas estaba una mujer que rara vez es vista en las
calles, ya que normalmente estaba en su palacio, o algún lugar que captara su
curiosidad, viajando de un lado a otro con su familia, y pudieron intuir que no
era una simple casualidad encontrarla – parece que van almorzar, si es así
quisiera invitarlas, hice una reservación especial.
— De acuerdo Freya, hace mucho que no
hablamos, quizás esta vez tengas algo interesante que contarnos, o puede que
sea esa tontería de tu predestinado otra vez – aquello hizo que la diosa de la
belleza inflara sus mejillas y se mostrara algo molesta, aunque ese gesto lejos
de asustar a alguien, hizo que mucho hombres e incluso algunas mujeres quedaran
embobados al verla.
— No es ninguna tontería, está escrito en mi
destino, algún día conoceré a mi amado Odr, y entonces renunciare a mi
eternidad para pasar mi vida a su lado, y el día de su muerte, lo acompañare en
el sueño eterno – aquellas eran bonitas palabras que tenían otro significado
para Hera, quien conocía la verdad detrás de estas, pero seguían siendo
tonterías para Alfia.
Las 3 fueron hasta un restaurante de 2 pisos,
y como era de esperarse, el segundo estaba completamente vacío y disponible
para ellas, estando en el centro una amplia mesa repleta de majares, y solo
unas cuantas sirvientas permanecían a un lado por si les ofrecía algo, pero al
llegar Freya les agradeció y les pidió que se retiraran, algo que preocupo un
poco a Hera y Alfia, ya que normalmente le gusta que la atiendan. Al principio
el almuerzo fue bastante agradable y algo silencio, tan solo disfrutaban de la
comida hasta que Freya sacó algo a la conversación.
— Creo que dentro de un mes será el segundo
cumpleaños de la pequeña Aiz, estaba pensando que debería regalarle, quizás la
bendiga de nuevo – Hera la detuvo y la miró un poco molesta.
— Sabes muy bien que tus bendiciones son casi
una maldición, le otorgaste el don de la belleza, y todavía quieres repetirlo –
Freya cubrió su boca y se comenzó a reír de manera tierna – eso le causara
muchos problemas cuando sea grande, igual que te paso a ti.
— O vamos Hera, tampoco es para tanto, incluso
sin el don que le regale sería muy hermosa, solo tienes que ver a su madre, y
su suculento padre – ante eso último Alfia le arrojó una cuchara a la cabeza,
ya que pensaba que estaba detrás de Albert, pero todo resultó ser una broma
para hacerla dejar de verse tan seria y permanecer callada – y dime Alfia ¿Ya
encontraste alguien especial?
Ella no respondió, lo que de cierta manera le
dio la respuesta siendo esta negativa, pero para evitar que la conversación
siguiera por ese rumbo, Alfia decidió cambiar el tema, ya que algo la tenía
preocupada, y era la verdadera razón de la invitación – ¿Qué es eso que guardas
debajo de esa capucha? – Freya se mostró seria ante eso, pero no pudo seguir
fingiendo – pensaba en suavizar un poco más el ambiente, pero no eres más que
una aguafiestas – le dijo mientras colocaba una caja de manera sobre la mesa.
Esta no era demasiado grande, fácilmente podía
sostenerse con ambas manos, pero había algo que si captó la atención de Hera y
Alfia, y eran las runas que estaban pintadas sobre ella – no puedo mostrarles
lo que hay adentro, sería demasiado peligroso, pero si puedo decirle lo que
descubrí gracias a esto – se escuchaba seria, rara vez se comportaba de esa
manera, por lo que entendieron que no se trataba de un juego – estas son armas
divinas, contienen parte de la esencia de los Titanes.
— ¿Cómo lo sabes? Tú jamás los viste, naciste
luego de que la Titanomaquia finalizara – fue lo que Hera dijo, pero luego
recordó otra de las particularidades de Freya.
— Tengo el don de la premonición, puedo crear
runas que me permiten ver el pasado al tener contacto con ciertos objetos,
normalmente uso este poder para coleccionar objetos que me parecen
interesantes, pero en otras, para buscar a mi amado Odr – Freya pasó sus manos
sobre la caja y bajó la mirada – sabes que no soy la única que puede hacer eso,
aunque otros ven el pasado y el futuro a través de sus sueños, y esta vez me pasó
a mi – los ojos de Freya se clavaron en la caja y las runas comenzaron a
brillar.
— Dinos que viste, no guardes ni un solo
detalle – le ordenó Hera – quiero que seas clara, nada de acertijos, si esto
tiene que ver con los Titanes debe saberse de inmediato.
— Lo sé, pero yo tampoco estoy muy segura de
lo que vi – de inmediato le dijo todo lo que sabia, de cómo esas armas fueron
usadas en la guerra y las describió siendo algunas recordadas por Hera, ya que
estas la habían lastimado en el pasado – tal parece que no todos los Titanes
fueron encerrados, pude saber la ubicación del dueño de una de estas armas
cuando las encontré, pero no estaba en el cielo.
Freya le dijo que sus hijos querían una buena
arma, y ella había estado buscando una que cumpliera con las expectativas, y al
final encontró esas, pero al tocarlas supo de quienes eran, y tuvo que
ocultarlas en esa caja mágica y sellarlas para que esos sujetos no la
encontraran a ella, y también para que no pudieran usarlas – eso fue lo que
descubrí, y no estoy muy segura de si ellos me descubrieron a mi – Alfia se
levantó y se acercó a Freya – entonces yo me encargaré de protegerte – aquello
fue repentino, Hera ya tenía planeado hacer que algunas de las miembros de su
familia la acompañaran, pero no pensó en ella.
— Alfia, incluso si tu poder como espíritu te
hace fuerte, sabes que no eres una bendecida, lamento decírtelo, pero no puedes
ayudar – aquello la molesto, ya que la hacía sentir como una inútil.
— La razón por la que nunca pude recibir una
bendición, es porque el simple hecho de nacer como un espíritu ya me la
otorgaba, y nadie puede poseer 2 bendiciones al mismo tiempo, pero la que
obtuve desde el comienzo de mi existencia, solo me permitía crear vida a partir
del Éter, pero usted sabe que hay una forma de remover esa bendición y otórgame
una nueva – Freya y Hera se asustaron, ya que sabían que sería como arrancarle
el corazón con las manos, y no sabían si podría sobrevivir – no quiero que me
contradiga, no es una petición, se lo estoy ordenando.
— No puedo hacer eso, sabe que nunca te
lastimaría, incluso si es para prevenir una guerra no puedo arriesgarme a
matarte de esa manera – Alfia la tomó de las manos y la miró a los ojos.
— Yo no voy a morir, puede estar segura de eso
– Hera intentó replicar, pero la sonrisa de su hija se lo impidió – siempre he
querido serle útil de nuevo, incluso en aquella antigua guerra tan solo podía
ser los ojos desde las alturas, alguien que solo podía indicar el camino
correcto, así que por favor, permítame serle de utilidad, luchando a su lado, y
le prometo que no moriré.
Ante la decisión tan firme que la mirada de
Alfia le trasmitía, Hera no pudo negarse, aunque le costó aceptarlo, y aquella
parte de la conversación terminó, y de inmediato Freya tuvo que intervenir, ya
que lo que tenía que decirles no podía esperar más – en mis visiones, también
vi a un elfo – apenas hubo reacción en las miradas de ambas, sabían que era
posible que de alguna forma se enteraran de la existencia de la llave de la
prisión, ya sea porque alguien se los dijo, o simplemente sintieron la esencia
divina que el linaje de Idril poseía, pero de cualquier forma debían
detenerlos.
— No estoy segura de quien sea esa llave, vi a
muchos elfos en mis visiones, una de ellos era la hija del rey de Alf, una
jovencita elfo que ahora mismo no tendrá más de 5 años, creo haber visto el
bosque sagrado al verla a ella, también estaba un elfo oscuro y su hermano,
también una que se encontraba en una ciudad parecida a Orario, pero no pude
reconocerla, y una mujer de quien no pude ver el rostro.
— Al menos tenemos una idea de por empezar,
así al menos podremos buscarlos y protegerlos, aunque cabe la posibilidad que
ninguno de ellos sea la llave – Freya estuvo de acuerdo, porque en ningún
momento vio algo extraño en ellos, tan solo aparecieron de manera fugaz en su
mente.
Freya era muy confiable cuando se trataba de
predecir algunas cosas, en su mayoría sin importancia, además que era la única
que no había enloquecido por esas visiones de una futura guerra, pero eso se
debe a que pudo ver algo que le dio esperanza – mi amado Odr, el estará en mi
futuro y me salvara – fue lo que dijo hace mucho tiempo cuando predijo que la
segunda Titanomaquia sucedería. En aquel sueño pudo ver todo siendo consumido
por las llamas, miles de muertos, pero también a esos que lucharían para salvar
al mundo, y entre ellos estaba un joven que según Freya, algún día seria su
amante eterno.
Las 3 estuvieron conversando un poco más,
siguieron comiendo y tuvieron que relajarse, ya que de nada les servía estar
tan asustadas ahora. Al poco rato salieron del restaurante y pensaban ir a la
residencia de la familia Zeus y Hera, para que iniciara la búsqueda de aquellos
elfos junto a los hijos de Freya que ya estaba en la labor, pero algo llamó la
atención de las 3, su habilidad para ver las almas las alertó, pero no por
peligro, sino que un potente brillo casi las deja ciegas.
Vieron a lo lejos a un hombre de cabellera
rubia, tan atractivo que resaltaba con facilidad entre la multitud, a su lado
estaba una hermosa mujer de cabellos blancos, quien incluso hacía que algunas
mujeres se sonrojaran, una que podía opacar la belleza de Freya, pero lo que
más llamó la atención de estas, fueron los 2 niños que los acompañaban. Uno se
parecía demasiado a su padre, era un chico rubio de quizás unos 10 años,
bastante energético y que desprendía una luz dorada desde su alma como nunca
habían visto, y por último estaba el menor de los hermanos.
Era un pequeño niño
idéntico a su madre, cabellos blancos, piel pálida, pero sus ojos eran rojos
diferentes a los de su madre, que parecían esmeraldas. Aquel pequeño que estaba
persiguiendo a su hermano fue quien se llevó toda la atención, muchos incluso
murmuraban que al crecer seria incluso más atractivo que su padre y su hermano,
pero lo que en verdad estaba llamando la atención de las diosas y de Alfia, era
una luz más brillante que la de una estrella, una radiante luz blanca que nunca
habían visto, una que las dejó cautivadas.
Luego de la reconstrucción del mundo, la ciudad que más
próspero fue Orario, incluso cuando de la nada apareció un profundo abismo
repleto de monstruos, los aventureros que vivían en aquella ciudad fueron
capaces de hacerlos retroceder, construyendo luego una torre sobre esta y una
fortificación alrededor para mantenerlos controlados, en caso que trataran de
escapar de nuevo, y aquel lugar se le llamó Babel, aunque poco después se le
conoció como el distrito de Babilonia, conformando este todo el centro de la
ciudad, la cual a su vez se dividió en otros 8 distritos.
El distrito de Babilonia también era conocido como el
distrito fortaleza, y aunque otros muchos nombres le fueron otorgado, tuvieron
tan poca popularidad y rápidamente fueron olvidados. A pesar que se viera que
tomaban eso como un juego, la verdad es que buscaban una manera de llamar la
atención de otras familias fuertes, y mantener bajo control a las criaturas de
ese abismo que cada vez eran más fuertes y numerosas, por lo que se planearon
muchas formas de publicitarla como una aventura hacia un tesoro compuesto más
que solo por oro, sino también por fama y poder.
Era evidente que aquello no había sucedido por casualidad,
el simple hecho que la gran mayoría de los aventureros de la región estuvieran
en un solo lugar descuidaba la seguridad del resto de ciudades, y Zeus no
estaba del todo equivocado en sus suposiciones, algo que dejó sumamente
sorprendida a su esposa, ya que nunca lo había visto pensar tanto – oye eso
ofende – le dijo Zeus una vez que se dio cuenta lo que Hera pensaba de él –
aunque es cierto – culminó algo avergonzado.
Tenían muchas piezas del rompecabezas, pero no tenían idea
de cómo había sido formado un lugar como ese, un laberinto con innumerables
pisos y salones, un calabozo repleto de bestias que son capaces de renacer en
cuestión semanas, o días en el caso de los monstruos más débiles, si acaso era
obra de los Titanes, seguramente era algo que no pudieron usar durante la
Titanomaquia, ya que de ninguna manera serían capaces de crear semejante obra
con el poco poder que poseían en la actualidad.
En base a ese pensamiento, se decidió que 8 dioses tomaran
el control de cada uno de un distrito, y pusieran sus sedes ahí para
supervisar, y asegurarse de mantener bajo control a las demás familias, porque
sabían muy bien que un nuevo peligro había surgido luego de la caída de los
Titanes, y ese era Evilus, a los que Hera consideraba como nada más que un
grupo de locos, que solo gozaban de la destrucción y el sufrimiento ajeno, por
lo cual tomó la decisión de exterminarlo.
— No quiero ningún tipo de excusa Ganesha,
tampoco escuchar una sola palabra de tu parte Astrea, di la orden y deberán
cumplirla – Hera se paró decidida delante de 2 de los dioses más importantes de
la ciudad
y los hizo inclinarse con su presencia – en el preciso momento en que atrapen a
uno de esos infelices, quiero que lo torturen hasta que diga todo lo que sabe,
y no me importa si es que tienen que arrancarle las uñas una a una con pinzas
oxidadas, aplastarle los genitales o romperle los huesos, y cuando sepan que no
pueden sacarle nada más, elimínenlo, y no se les ocurra encerrarlo u ocultarlo,
quiero su cabeza separada del resto de cuerpo ¡¿Quedó claro?!
La potente voz de su reina los hizo asentir asustados,
Astrea y Ganesha pensaban que aquello era demasiado cruel, pero no pudieron
decir nada para contradecirla, incluso vieron a Zeus para que este tratara de
hablar por ellos – a mí no me metan, no quiero problemas con ella – y luego de
decir eso se alejó de manera silenciosa – tenemos más de un problema entre
manos, y quiero librarme de esos imbéciles lo antes posible, antes que se
convierta en una plaga difícil de erradicar, por lo que quiero que escuchen y
pongan atención a mis palabras, no quiero, a ni uno solo con vida.
Aquella fue la orden que no debía ser incumplida, una que
Hera no estaba muy segura de seguir, pero sabía de los problemas que acarreaba
no eliminar a sus enemigos por completo, y durante la Titanomaquia sufrió por
eso, ya que sus hermanos Hades, Poseidón, e incluso su amada hija Athenea
perdieron la vida debido a eso, y no queria que se repitiera, porque estaba
segura que Evilus podía ser un aliado de los Titanes cuando la guerra comience
de nuevo, y prefiere ser cruel, que dejar que esas sanguijuelas aumenten y le
vuelvan a quitar lo que ama.
Entre todos los dioses Zeus y Hera eligieron a 8 que poseían
las familias más fuertes, siendo primero ellos 2, Apolo, Freya, Artemisa,
Hefestos, Biosbardos, e Ishtar, la última no le inspiraba demasiada confianza,
pero firmaron un acuerdo en que le proporcionaría entrenamiento a sus hijas y
armas de buena calidad si es que evitaba enfrentamientos con Freya, en caso de
incumplir con eso, las otras 7 familias se encargarían de erradicarlos por
completo, y también le dio una advertencia.
— Escúchame bien, sé que estas planeando, y no te voy a
permitir que pongas un maldito prostíbulo en mi ciudad, y si por alguna
estúpida razón llegas hacerlo, te meteré una espada al rojo vivo por el culo
¿Has entendido querida? – le preguntó de manera amenazante haciendo que Ishtar
asintiera a duras penas, ya que estaba petrificada de miedo – espero que así
sea, no quiero tener que matar a Zeus por encontrarla con una de tus pequeñas
zorras.
Al terminar logró calmarse un poco, y le dijo que solo lo
hizo para evitar estrangular a los miembros de la familia Zeus – conozco a esos
retrasados, quiero evitar tener que buscarlos en tu sede cada vez desaparezcan,
además, tu idea es realmente estúpida – Ishtar se quedó confundida, por lo que Hera
se le acercó de nuevo – te daré una explicación que ese pequeño cerebro tuyo
pueda entender – puso su dedo en la frente de Ishtar y de manera burlona le
dijo – los aventureros se fortalecen peleando, con disciplina y esfuerzo, no
revolcándose con unas rameras, o tus hijas – Hera cubrió su boca para evitar
reírse con fuerza – ¿Acaso crees que abriéndoles las piernas a todos, podrás
vencer a Freya y sus niños?
Luego de hacerle esa pregunta Hera se retiró sin decir nada
más, y dejó a Ishtar pensado – nunca le ganaras de esa forma a los hijos de
Freya, ellos incluso dan la vida para volverse fuertes ¿Acaso crees que tus
zorras podrán igualarlos si no salen de la cama? ¿Acaso crees que tus niñas
podrán siquiera lastimarlos si no entrenan? Tus hijas estarán muertas si le
declaras la guerra a Freya, tú estarás muerta si te atreves a luchar contra
ella – casi podía sentir que Hera le seguía hablando, y todo aquello que estaba
pasando por su mente tan solo la enfureció y quiso matarla, pero de hacerlo
sabía que estaba acabada, nadie puede ir en contra de esa diosa si valoraba su
vida.
— Vashti – dijo Ishtar llamando a la capitana
de su familia – envíale un mensaje a Ganesha, Hefestos y Biosbardos,
pregúntales si están dispuestos a ir en una incursión con mi familia a las
áreas profundas de la mazmorra, no, pregúntale también Apolo y Artemisa, diles
que serán sus cargadoras si es necesario, pero que las ayuden a entrenar – su
hija asintió y de inmediato fue para cumplir con el encargo al ver la
motivación en el rostro de su diosa – primero voy a superar a Freya, puedes
estar segura de eso, y luego estaré por sobre ti Hera, esta humillación no se
quedara así, y se quien puede ayudarme.
La reina se estaba alejando, cuando en su
camino de regreso a su sede se encontró con el otro dios a quien pretendía
visitar – tan elocuente como siempre mi señora – aquel sujeto era el dios
Biosbardos, un dios menor de las regiones al norte del continente, alguien que
recientemente había conseguido una gran cantidad de seguidores, y su familia
ahora tenia a varios miembros de nivel 4 y 5 – fue bueno poner a raya a esa
mujer, y también hacer que tuviera la motivación suficiente, para que
fortaleciera a su familia de manera adecuada, pero ¿No cree que pueda tomar
represalias en contra suya?
Hera se quedó mirándolo por un momento y se
fue ignorándolo, algo que lo hizo molestarse un poco, pero luego de avanzar
algunos metros le respondió – que lo intente, pero solo si quiere morir – ante
aquellas palabras Biosbardos se asustó, pero recobró la compostura y se fue por
su lado al darse cuenta que la diosa no le prestaría atención – aún me pone
nerviosa estar junto a ese sujeto, puede que sea a él a quien tenga que vigilar
– fue el pensamiento que inundo la mente de Hera, pero luego este fue
reemplazado por uno mucho más agradable para ella – mañana saldré de viaje – y
una amplia sonrisa se formó en sus labios – quiero volver a ver a mis nietos.
Volvió a su sede y preparó su equipaje, se le
veía muy feliz por hacer ese viaje y Alfia lo notó – así que mañana partirás de
nuevo a ese pueblo – Hera tan solo asintió aun estando feliz – pelear y
discutir con esos chiquillos me hace sentir joven de nuevo, y ese lugar es tan
pacifico, tan distinto a esta ciudad que me hace sentir que estoy en un mundo
completamente diferente – Alfia no sabía que pensar de eso, nunca había estado
en dicho lugar, y el contacto que tenía con Hera fue reducido desde que decidió
unirse a la familia Freya, pero no dijo nada ya que ir a ese lugar calmaba los
nervios de su madre.
— Es bueno saber que puede estar calmada, aun
sabiendo los peligros que pueden asechar en cada rincón, quisiera acompañarla,
pero debemos encontrar a esos elfos – fue lo que pensó Alfia mientras estaba
sentada frente a la ventana de la habitación de la diosa, y a través de ella
pudo ver a los miembros de su familia entrenando – son fuertes, pero aun dudo
si son lo suficiente.
Muy temprano a la mañana siguiente, Hera y
Zeus fueron con rumbo a una pequeña ciudad ubicada en las montañas a noroeste
de la ciudad de Orario, un lugar remoto rodeado de un espeso bosque y altas
montañas, donde se piensa que no debe haber nada, pero contrario a esa
creencia, más de 5,000 personas tienen su hogar en un lugar que parece un
paraíso ajeno al resto del mundo. Muchos se preguntaban dónde estaban ambos
dioses, y solo unos cuantos sabían hacia donde se dirigieron y por qué.
Ganesha, Hefestos y Astrea sentían curiosidad
por dicho pueblo, mientras que Freya estaba celosa, ya que creía que en ese
lugar estaba su amado Odr, pero no tenía demasiado tiempo para quejarse. Su
obligación era encontrar el paradero de los elfos que aparecieron en su visión
y ocultarlos dentro de su familia, algo demasiado complicado, ya que descubrió
que 2 de ellos eran los reyes de sus respectivos pueblos, y estos no cooperaban
mucho, mientras que la hija del rey Alf estaba confinada dentro de su palacio,
y sacarla significaría declararse la guerra a ese reino.
— Maldita Hera ¿Por qué no es ella quien se
encargue de esto? – se preguntaba mientras se lanzaba hacia su cama – ¡Maldita
sea! Yo también quiero ver otra vez a ese pequeño tan lindo – se quejó hasta
que alguien le dio un fuerte golpe en la cabeza.
— Ya deja de quejarte, pareces una niña
pequeña – a su lado estaba una mujer robusta y con un aspecto amenazante,
aquella era la actual vice capitana de su familia, Mia Grand – ni siquiera
tienes que hacer algo, todo lo está haciendo mi padre, así que al menos
compórtate como una diosa.
Freya hizo un puchero, y lo único que ganó fue
otro golpe en la cabeza. Vio a Mia retirarse luego de dejar unos papeles sobre
la mesa al lado de su cama, y al leerlo se dio cuenta que las negociaciones con
el reino de Alf habían sido efectivas – bueno, parece que pronto tendré una
nueva hija, eso es un avance, pero falta mucho por hacer – Freya se acostó en
su cama y abrazó una de sus almohadas, mientras a su mente llegó la imagen de
aquel jovencito, pero más que nada, la visión de aquellos ojos que parecían
rubíes, y al quedarse dormida soñó con su amor predestinado, cuyos ojos eran
idénticos.
Sus pensamientos parecían hacerla viajar por
el cielo, y en sus sueños llegó hasta ese pueblo lejano oculto entre las
montañas, en donde un joven de cabellos blancos de unos 12 o 13 años se estaba
despidiendo de una jovencita de cabellos azules y ojos verdes, a su lado estaba
la hermana de esta, una chica con cabellos rojizos y ojos dorados quien se
mantuvo seria al ver al chico, aunque al final hizo un leve gesto con su mano
para despedirse y mostró una sonrisa, algo que alegró al chico quien le tenía
mucho aprecio a las 2, pero ahora que se iban de nuevo pudo sentir un golpe en
su pecho.
— Vaya, es una linda chica, algo tímida pero
linda – dijo Hera de manera repentina, haciendo que el chico se asustara y
diera un saltó para alejarse – ¿Cómo estas mi pequeño Bell? Tu abuela ha venido
a visitarte de nuevo, aunque otra vez perdí la oportunidad de ver a tu
enamorada.
— Abuela – dijo Bell para luego saltar y
abrazarla – pasaron 6 meses desde la última vez que viniste, pensaba que ya no
ibas a regresar – Hera se agachó y puso sus manos en las mejillas del chico
acariciándolas con delicadeza, algo que antes le molestaba, pero ahora
simplemente toleraba.
— Han pasado muchas cosas en la ciudad donde
vivo, un par de idiotas que pensaban que podían conmigo y tuve que darles una
paliza – Bell se sintió algo preocupado por esos tipos, ya que conocía muy bien
a su abuela y sabia de lo que era capaz – pero eso no tiene mucha importancia
ahora, dime ¿Cómo se llaman esas lindas niñas? ¿Puedes contarme como se
conocieron?
Bell en un principio se sintió algo
avergonzado, aunque después respiró profundamente y volvió a sonreírle a su
abuela – la chica de la que me he enamore se llama Casandra, su hermana es
Daphne, y las conocí hace un par de años – y de esa forma fue que la historia
de Bell dio inicio, con un niño que por pura casualidad encontró con su vista a
una desconocida, de quien sin saberlo, poco a poco se fue enamorando, y aquella
historia fue escuchada con atención por la reina de los dioses.
Desde aquel día en que los vio por primera
vez, Hera pudo sentir algo especial en esos 2 jovencitos, pudo sentir una
imponente aura de divinidad proveniente de ambos, pero especialmente del más
pequeño de ellos. El nombre del mayor de los hermanos era Perseo, un chico
energético, bromista y algo vanidoso, quien desde muy joven demostró gran
habilidad en el manejo de las armas siendo su padre quien lo entrenó, hasta el
punto en que con solo 14 años ya podía vencer a cualquier adulto, caso
diferente es el de Bell, ya que este se especializaba en su agilidad y poder
mágico.
Eran como polos opuestos, pero su sincronía al
momento de luchar los volvía temibles oponentes, uno era devastador como el
fuego, imparable y feroz, y otro era tranquilo y analítico, un estratega que se
basaba en su instinto para ganar cualquier batalla, pero no por eso podían
definirse solo de esa forma. Ya que Bell a veces podía imitar la forma de
combate de Perseo, y volverse una bestia de destrucción, mientras que su
hermano podía volverse mucho más cuidadoso si la situación lo requería.
Hera miraba con orgullo a esos chicos seguir
esforzándose y mejorando, haciendo proezas que ningún joven de su edad podría,
viendo como el brillo del alma de ambos solo se volvía cada vez más intenso,
hasta el punto en que Hera sentía escalofríos, algo que la hizo recordar aquel
día, el momento en que los descubrió, cuando fue hacia ellos y tan solo les
pidió hablar Hiperión y Selene se preocuparon, sabían que alguien como ella no
trataría de revelar sus identidades, molestándose por ese pequeño descuido que
tuvieron al ir a ese lugar, por lo que decidieron acompañarla para saber que
quería de ellos.
— Son muy buenos ocultándose, Titan del Sol,
diosa de la Luna – dijo Hera cuando los 3 estaba en aquella habitación sentados
a la mesa – fueron más de 3,000 años sin saber algo de ustedes, tan solo la
carta que nos enviaron fue el único contacto que tuvimos en tanto tiempo.
— Decidimos dejar de ser considerados como
seres divinos, si quieres culparnos por haber abandonado la guerra entonces
hazlo, pero ni se te ocurra hacer algo en contra de nuestros hijos – Helios se
mostró firme ante la diosa, pero estaba algo preocupado ya que sus hijos
estaban en otro lugar en compañía de un par de mujeres que no conocía, y que no
sabía de lo que eran capaces.
— No pienso hacer eso, incluso si me hubieran
dado la oportunidad, yo también hubiera escapado de tantas batallas – Hera se
encontraba melancólica, y de nuevo el recuerdo de sus hermanos fallecidos la
golpeo con fuerza en el corazón – pero no es de eso que quiero hablarles.
Helios y Metería estaba confundidos, pero
escucharon con atención cada palabra que la diosa les dijo, sorprendiéndose
cada vez más al saber que muy pronto una nueva guerra entre dioses y Titanes
empezaría, también al descubrir que posiblemente uno de sus hijos estaría al
frente, liderando a los pocos que quedaran – o al menos eso fue lo que Freya
vio en sus visiones – no sabían que responderle, incluso ahora no querían saber
nada sobre batallas, o dioses y Titanes – si quieren ocultarse de nuevo, no se
los impediré, tan solo quiero que sepan lo que puede llegar a pasar en el
futuro.
Hera estaba a punto de marcharse, pero Metería
la detuvo – es evidente que nunca ha sido nuestro deseo luchar, pero si esto
involucrara a nuestros hijos entonces también es nuestro asunto, y ten por seguro
que voy aniquilar a esos bastardos si se atreven a tocarlos – la mirada de la
antigua diosa de la luna era fulminante, incluso Hera se sintió asustada, algo
que Helios pudo notar y calmó a su mujer – tal parece que esta vez no podremos
escapar, pero al menos si podemos estar preparados.
Hera se sintió aliviada, logrando al fin pudo
hablar de la razón que la hizo acercarse a ellos, y tan solo les dijo que esos
chicos, tienen un brillo en sus almas, que incluso hace palidecer el fulgor de
las estrellas, que tienen un potencial enorme, y que puede que ellos sean una
pieza clave para la victoria. Metería no estaba segura en si debían
involucrarlos, pero también sabía que en caso que ellos no pudieran estar a su
lado, sus hijos debían tener la fuerza necesaria para defenderse.
— Parece que estaban destinados a ser
aventureros – dijo Helios terminando con el largo silencio, que se había
producido luego de la propuesta de Hera para entrenarlos – desde que son muy
pequeños han soñado con ser héroes, no por riquezas, no por fama, el noble
corazón de mis hijos a veces me hace pensar, que son demasiado puros para haber
nacido en este mundo.
— Tienes razón, siempre juegan a ser
aventureros, incluso una vez fueron al bosque cuando supieron que un grupo de
goblins estaba cerca de la aldea donde vivimos, y no volvieron hasta que los
mataron a todos – Metería quiso sonreír, pero el recuerdo de sus hijos
gravemente herido casi la hace llorar – le permitiré ayudarlos a ser fuertes,
pero no quiero que estén cerca de la ciudad de Orario, al menos no hasta que
estén preparados – Hera asintió, y entonces llegaron a un acuerdo, ella los
ayudaría en caso que los descubrieran, y también les ofreció volverse
aventureros.
Helios y Metería sabían lo que significaba
perder por completo su divinidad, pero aceptaron de inmediato. Fueron hasta el
piso de abajo luego de terminar con su platica, llegaron hasta el restaurante
de la posada, en donde ambos chicos tenían atrapado a un sujeto por el cuello y
uno de sus brazos, quien parecía estar ebrio. Todos miraban sorprendidos como
habían logrado someterlo, incluso si estaba ebrio dominar a un adulto de esa
forma era impensable para un chico de 10 y otro de 8 años – parece que están
destinados a ser grandes guerreros – dijo Hera haciendo que Helios asintiera.
— Suelen pelear con su padre a modo de juego,
aunque a veces se ponen un poco agresivos si ven cosas que no les gusta –
Helios asintió recordando como cuando jugaba con sus hijos, casi siempre
parecían ir en serio y a veces terminaba en el hospital de su pueblo con
algunas heridas – puede que a veces se emocionen mucho, pero no son malos
chicos – mencionó Metería, aunque…
— Bell, suelta ese cuchillo – vieron como el
más pequeño había logrado alcanzar uno de los cubiertos y se disponía apuñalar
al hombre que estaba a punto de soltarse del agarre de ambos – Bell, no lo
apuñales ¡Bell, saca ese cuchillo del riñón de ese hombre! ¡Te dije que sacaras
el cuchillo, no sus intestinos!
Tuvieron que separarlos y pedir disculpas por
el alboroto, aunque algunos de los presentes estaban orgullosos de esos
pequeños, y al recibir la explicación de parte de Alfia, se dieron cuenta que
aquel ebrio quiso manosearlas, y ambos chicos se lanzaron a golpearlo antes que
ella lo hiciera. Bell y Perseo estaban algo molestos porque los habían
regañado, pero solo fue hasta que Freya los recompenso dándoles un beso a cada
uno en la mejilla – ella ¿Los beso por haber apuñalado a un ebrio? – pensó
Helios luego de lo que había visto – muy bien, donde hay un ebrio, voy a
sacarle todas las tripas.
Helios terminó tendido en el piso luego que
Metería se diera cuenta en que estaba pensando, aunque le preocupaba más lo que
Hera estaba a punto de decirles, pero la verdad es que los chicos se lo tomaron
de forma muy casual – así que ella es la abuela – dijo Perseo algo calmado,
pero luego esa tranquilidad se fue al sonreírle a Hera y extender sus manos –
¿Nos vas a dar dinero? – Perseo terminó noqueado al lado de su padre, asustando
a la mismísima Hera por el nivel de agresividad que Selene estaba demostrando –
lo siento, es que mi hijo y mi esposo son algo imbéciles.
Cuando las cosas se calmaron, Hera dijo lo que
había acordado con sus padres, ambos se emocionaron al escuchar que pronto
recibirían una bendición, pero antes debían entrenar y solo hasta los 15 años
la recibirían, algo que no les molestó, ya que por fin estaban cerca de cumplir
sus sueños de viajar por el mundo y tener aventuras. Hera acordó irlos a visitar
en su pueblo y de vez en cuando, llevar a unos amigos para que les ayudaran a
mejorar sus habilidades. Luego de eso se despidieron, y Hera le aconsejó que
tratara de ayudarlos a ocultar sus esencias divinas, ya que eran demasiado
llamativas.
Helios y Metería hicieron una reverencia ante
Hera, y cuando se alejaban Freya no pudo apartar la mirada del más pequeño,
algo que llamó la atención de Bell, quien giró y al verla ella le lanzó un
beso, algo que hizo que lo hizo sonrojar, pero algo que también fue visto por
su madre – sostén al niño – le dijo Metería a Helios mientras se acercaba a
Freya crujiendo sus nudillos – ¿Qué quieres con mi hijo perra? – aquello era
algo que no se miraba todos los días, una diosa de la belleza con un ojo
morado.
A partir de ese día Hera y Zeus fingieron ser
los abuelos de ambos, algo que ellos descubrieron de inmediato, pero no le
tomaron importancia ya que ambos les agradaban. Su abuela podía ser algo
violenta y estricta, pero a veces era cariñosa y la amaban tanto como a su propia
madre, mientras que Zeus era bastante divertido al igual que Helios, y con él
aprendieron cual era la mayor aventura de un hombre, y esta era – tener un
harem – pronuncio el rey de los dioses mientras que Helios solo asentía, pero
la reunión privada les duro poco, ya que Metería y Hera llegaron, y no
sucedieron cosas bonitas.
Aquella vida pacífica que ambos compartían con
sus abuelos y sus padres, hicieron que Bell y Perseo quisieran protegerlos a
cualquier costo, el amor que les mostraban fue el combustible que usaban para
fortalecerse. Día a día entrenaban y mejoraban, pero no había talento, tan solo
disciplina, dedicación, y un deseo inquebrantable por proteger lo que aman,
nada les fue regalado, ni un solo poder, ni una sola prueba sencilla, ellos demostraban
lo decididos que estaban con sus acciones.
Podían ser hábiles guerreros, pero nunca
dejaron de disfrutar la paz que aquel sitio les brindaba, y para Bell hubo algo
más que lo hizo querer ser fuerte, una pequeña de cabellos azules algo tímida
que captó su atención. Era la hija de un comerciante que de vez en cuando
pasaba por esa ruta para vender en el mercado del pueblo. Al principio solo fue
amabilidad la que lo motivo a conversar con ella y mostrarle su pueblo, pero
lentamente pudo sentir como el latir de su corazón se aceleraba al estar junto
a ella, y no era tan tonto como no saber lo que significaba – me he enamorado.
Aquella alma que antes era brillante, encontró
una nueva razón para seguir encendida, y aquel encuentro que fue simple
casualidad hizo que aquel chico lo deseara con aun más fuerza – quiero ser un
héroe – lo amaban, era alguien especial que no dudaban en ayudar a cualquier,
pero también era alguien consciente de los peligros del mundo y los males que
existen, no solo por los monstruos, sino también por las bestias con rostro
humano, y esa era la razón por la incluso siendo tan noble, nunca dudo en matar
a cualquiera que se lo mereciera, sea monstruo o humano.
—
Parece que Helios ha subido de nivel – dijo Hera una vez que actualizó el
estado de quien ahora era parte de su familia – ahora eres nivel 2, algo
impresionante considerando que solo te llevó 2 años, que nunca has estrado en
la mazmorra, y más viendo todas tus estadísticas – Hera se impresionó al ver
que todas eran triple S, siendo solo su magia la única en doble S – no por nada
eras el rey de los titanes.
— Por cierto – Helios sacó a Hera de sus
pensamientos mientras leía la hoja de estado – ¿Qué ha sucedido con Apolo? –
Helios estaba bastante interesado, Apolo era a quien le había heredado su
cargo, e incluso le había dado parte de su divinidad para que crearan un arco
que le permitiría convertirse en el dios del sol, y su esposa hizo lo mismo
para Artemisa.
— Ambos han creado familias poderosas, son
dignos del cargo que les entregaron, así que no se preocupen, el sol y la luna
están en buenas manos – aquello los hizo relajarse, y Helios notó que Metería
observaba por la ventana a Bell, quien parecía perdido en sus pensamientos
mientras miraba el cielo.
No hizo nada, ya que podía intuir lo que pasaba por la mente de su pequeño ahora que su hermano había recibido la gracia de parte de Zeus – solo faltan un año y medio, menos de la mitad que cuando nos dijeron que recibiríamos la bendición de nuestra abuela – Bell se mostraba algo impaciente, pero luego vio la espada que estaba a su lado – aun debo ser más fuerte, ser mejor, si el bruto de Perseo consiguió hacer que mi abuela aceptara que le diera una bendición, creo que yo también puedo – dejó de lado su semblante serio y se levantó con un objetivo en mente – quiero ser un héroe, uno del que ella, pueda llegar a enamorarse – fue lo que sus labios pronunciaron, y lo que su corazón gritaba.

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